En el momento en que Susie Hidalgo sale de su apartamento, uno de sus vecinos grita: “Hola, Susie.” En la calle en el East Harlem , ella les pedía bendiciones a las mujeres mayores. “Dios la bendiga,” le responden. Ella hace todo lo posible para saludar y hablar con sus vecinos. Después de todo, se ha apodado la “reina del barrio”.
Pero admite que la personalidad vibrante y sobresaliente que ella pone en público oculta su dolor privado. La Srta. Hidalgo, nacida en Puerto Rico, se crió principalmente en este barrio cuando era un niño, pero su vida se ha llenado de lucha por la identidad y la aceptación. Y años más tarde, es su fe católica, dijo, que la ha ayudado a lidiar con lo que puede sentirse como una existencia solitaria.
“Le pido a Dios que me ayude a encontrar justicia,” dijo Hidalgo en su casa decorada con crucifijos y pequeñas estatuas de santos, “y lo hará. El escucha. Yo rezo mucho.”
Nació en un grupo de trillizos en medio de una familia de 12 hermanos. Sus nombres: José, María y la Srta. Hidalgo nació Jesús, un nombre que, aunque ya no lo usa, abraza por su fe católica romana. Uno de los otros trillizos, María, murió cuando tenía 2 semanas de edad.
“Después de que mi hermana murió,” dijo, “me sentí como una parte de ella, su gene vive en mí” y su hermano Andres dijo, “el espiritu de Maria vive en Susie.”
Una de las primeras señales de su lucha por su identidad llegó cuando ella tenía 7 años de edad, y ella se llevaba la ropa interior de su hermana. Ahora, a los 56 años, se identifica públicamente como una mujer, usando zapatos de tacón alto, manteniendo sus flequillos largos y admira mucho los vestidos que pasa en las ventanas de las tiendas.
Pero su familia no la apoyado con ella en su transición. Ella tiene una familia entre sus amigos en la comunidad donde ella ha vivido por más de 40 años. Betty Castro, una amiga de mucho tiempo, la describió como una person con una conciencia comunitaria bien orientada, amable y de buen corazón. “La gente que no conoce a Susie no es bendecida,” dijo Castro, cuyos amigos la llaman afectuosamente “la flaca” y mencionó que todos la conocen, inclusivamente los perros y gatos.
Pero se da cuenta de las miradas que le dan en la calle, y se ha esforzado por encontrar un trabajo consistente; En un trabajo, dijo, un cliente le preguntó a su gerente por qué contratar a alguien como ella.
“Tengo tanto dolor,” dijo Hidalgo.
Las tasas de suicidio para transexuales y personas no conformes con el género están significativamente elevadas en comparación con la población general, y para las personas de color, la tasa son más altas. La Srta. Hidalgo dijo que su psiquiatra le preguntó si pensaba suicidarse y reconoció que sí.
“Pero sé que algunos días, hay gente buena y hay mala gente”, dijo. “Sé que si me matara no habría tenido éxito en nada en mi vida.”
Ella tiene metas, junto con su fe, que la mantienen en marcha, en dia tener un trabajo y un coche.
Ella pasa mucho tiempo en su apartamento, donde los espejos cubren las paredes que ella ha pintado de manzana roja. Su vida puede parecer simple y solitaria, pasando sus días con su perro, Prince, viendo telenovelas en su apartamento. De vez en cuando, un amigo pasará a verla. Regularmente va al gimnasio y se mantiene ocupada, cocinando y limpiando y sirviendo a su comunidad: todos los lunes trabaja en una despensa local.
A veces, dice, eso se siente como suficiente.